martes, 7 de abril de 2009

LOS CICLOS DE LA PRODUCCIÓN RADIOFÓNICA

En el trabajo de producción se suceden una serie de momentos. En realidad, preferimos hablar de ciclos, porque en la producción cada paso se vincula con otro, de un modo no lineal, de tal manera que es recomendable que el equipo de producción vuelva constantemente sobre las etapas anteriores.
Hablamos de la producción como de un proceso dinámico que fluctúa de acuerdo a las necesidades, los tiempos, los objetivos y el contexto del trabajo radiofónico y del quehacer comunicativo.
Es así, como se produce una constante retroalimentación entre las distintas etapas, que ayudan a enriquecer el trabajo de producción. Por lo tanto, debemos encararlo, no desde una perspectiva estructurada de pasos a seguir rigurosamente, sino más bien, como un proceso dialéctico de trabajo, que permita cierta flexibilidad para avanzar y regresar, con la intención de modificar y corregir errores y hallazgos que aparecerán a medida que realizamos el proceso de producción.

1- LA PRE-PRODUCCION:
Esta etapa es importante, porque en ella definimos las cosas más generales que van a guiar todas las demás etapas. Es una especie de bosquejo al que deberemos recurrir durante todo el trabajo de producción.

Planificación: “QUÉ, PORQUÉ, PARA QUÉ, QUIENES, PARA QUEINES, COMO, CUANDO Y DONDE”
Antes que nada, debemos planificar que es lo qué queremos hacer, cómo lo pensamos a realizar, a quién lo vamos a destinar, con quienes podemos contar a la hora de producir. Podemos decir que necesitamos contestar preguntas tan básicas como: porqué lo hacemos, para qué, para quién, cómo, donde y cuando.
Esta planificación va a depender de varios aspectos:
El formato que encuadra y condiciona nuestro trabajo de producción, porque no es lo mismo producir para un informativo que para un programa de entretenimiento.
El tiempo que dura el programa, y el horario en el que se emite.
La audiencia a la que nos dirigimos. Es conveniente tener en cuenta sus características para dirigir la producción en función de ellas. Para eso tenemos que considerar las edades, los gustos, las opiniones, los hábitos, etc.
Hay que partir de estas consideraciones generales para planificar la producción del programa, que además va a estar en función del tema que queremos tratar y del modo y el punto de vista que vamos a ofrecer del tema, de las fuentes que vamos a elegir para desarrollar la temática.
También debemos estimar los recursos con que contamos para llevar a cabo la producción, donde se incluyen tanto los recursos humanos como los técnicos: ¿cuántas personas integran el equipo de producción?, ¿qué funciones va a desempeñar cada una?, ¿se van a utilizar entrevistas grabadas, por teléfono o en piso? ¿Cómo se van a incluir el resto de las fuentes (archivos sonoros, documentos escritos, comentarios, etc)?
Todas estas preguntas y estas consideraciones deben ayudarnos a planificar el trabajo general de producción porque de alguna manera tiene que ver con la elaboración de los objetivos que van a guiar nuestra producción.
En ese momento diagramamos los objetivos, las tareas y los roles que nos guiarán en las otras etapas.

Investigación: “INVESTIGAR PARA PRODUCIR”
La idea es tratar de recuperar el sentido que tiene la investigación, como etapa previa y necesaria para la tarea de producción.
Como trabajo de reflexión y aproximación al tema propongo preguntarse:
¿La investigación es necesaria como paso previo para realizar la producción de un programa de radio?
La investigación para la producción radiofónica es parte de un campo más amplio, que es la investigación radiofónica. Y esta a su vez forma parte de una más amplio que es la investigación en comunicación, que también forma parte de otro campo: la investigación social.
¿Qué entendemos por investigar?
Investigar es conocer, o mejor dicho, es una manera particular de conocer el mundo.
Se trata de una búsqueda organizada de conocimiento y de análisis de las ideas existentes, observando y correlacionando datos. Es una búsqueda metódica de respuestas, porque para averiguar acerca de algo tenemos que hacerlo de acuerdo a determinados pasos que debemos ir siguiendo. Ese es el método de la investigación.
Método viene de metódico, y lo importante de esto es que nos remite a la idea de un camino a seguir con normas y procedimientos generales, y si lo hacemos de acuerdo a un método, nos aseguramos que podremos retomar el camino en cualquier punto sin perdernos ni confundirnos.
Pero la más importante en la investigación para la producción, es que no existe un único método para realizar la investigación. Existen diferentes métodos porque son el resultado de la diversidad de ideas acerca de lo real, es decir, el resultado de las diferentes teorías que quieren conocer y explicar la realidad. Por lo tanto podemos afirmar que investigar es asumir un determinado punto de vista acerca de la realidad, y un modo adecuado para conocerla y explicarla. Desde allí hay que partir para formularse preguntas y buscar metódicamente respuestas que resulten aceptables para el punto de vista que se asume.
Por ejemplo, si queremos investigar para producir un documental sobre algún hecho histórico, como puede ser el 19 y 20 de diciembre del 2001, primero debemos discutir entre los que integran el equipo de producción, qué visión queremos ofrecer acerca de los hechos que sucedieron, desde que lugar vamos a partir para conocer lo que sucedió.
¿Qué preguntas generales te harías para comenzar a investigar? ¿Cómo organizarías esas preguntas?
A partir de ahí hay que organizar las preguntas que nos hacemos acerca de los hechos para poder organizar metódicamente el camino a seguir de acuerdo a lo que queremos conocer. Para lo que será necesario discutir que fuentes vamos a tomar, qué “miradas” sobre esa realidad vamos a privilegiar. Estas preguntas y muchísimas otras que irán apareciendo durante la investigación para la producción, deben encontrar respuesta en el punto de partida, en la posición que elegimos al comienzo para planificar la investigación.
Está claro que este punto de partida, que nos va a guiar hasta el final, depende de lo que queremos conocer y de los recursos con que contamos para encontrar las respuestas que necesitamos.
Además debemos tener en cuenta que estas pautas investigativas van a estar condicionadas por los recursos con que disponemos para investigar: ¿quién o quienes van a investigar?, ¿Con qué recursos materiales y económicos contamos para realizarla?, ¿Con cuánto tiempo contamos para llevarla a cabo?
También hay que tratar de prever en la medida de lo posible, las fuentes que nos van a dar datos para reconstruir los hechos o acontecimientos que estamos investigando. Esto es muy importante porque es a través de estos informantes que “re-construiremos” una determinada visión de la realidad.

Organización: “ORGANIZAR PARA PRODUCIR”
Una vez que hemos recolectado toda la información necesaria de acuerdo a la planificación general y los objetivos que nos planteamos, debemos decidir cómo vamos a utilizar esa información.
Para hacerlo, debemos primero volver sobre el material recolectado y realizar una lectura del mismo de acuerdo a los objetivos que nos planteamos en la primera etapa. Exploramos el material para poder reducirlo, porque es imposible que toda la información recolectada salga al aire. Para esto debemos hacer una selección según criterios que se establecen en función de los objetivos que nos guían desde la primera etapa.
Podemos fragmentar la información en torno a ejes temáticos que sirvan de guía para el desarrollo de la información. También es importante decidir cómo va a situarse contextualmente la información que pondremos al aire.
En esta etapa se realiza también la redacción, y el guión o la pauta del material que vamos a presentar, teniendo en cuenta cómo queremos hacerlo, o sea, considerando y discutiendo en el grupo de trabajo que visión de los hechos vamos a dar a la audiencia, cómo vamos a presentar la información, desde qué perspectiva se analizarán los hechos, y a qué conclusiones pretendemos llegar.
CRITERIOS DE SELECCIÓN, DOSIFICACIÓN Y ORDENACIÓN DE CONTENIDOS.
Selección de la información: generalmente se considera que una emisora informa bien cuando da muchas noticias. Sin embargo el volumen cuantitativo de la información no es el único índice a tener en cuenta ni el más relevante. Interesa sobre todo analizar qué noticias salen al aire, y qué tratamiento se da al contenido de la información.
Existen algunos criterios selectivos que pueden ser tomados en cuenta para manejar un buen servicio informativo: ¿Que noticias priorizar?
Es importante destacar las noticias serias, las que realmente importan; fundamentalmente las que conciernen al desarrollo nacional, las que revelan hechos políticos y económicos, las que tratan los problemas sociales, las cuestiones laborales y gremiales. Por supuesto esto puede cumplirse si se conoce profundamente el contexto histórico, político y cultural en el que nos movemos y en el que suceden los hechos.
En base a este conocimiento es que tenemos que organizar también el lugar (y por lo tanto la preponderancia) que ocupará cada información. Darle el lugar que corresponde a las noticias culturales, deportivas, crónica roja, etc. que no será el mismo que el que ocupen por ejemplo noticias relacionadas directamente con el interés de la comunidad.
Con respecto al tratamiento de la información podemos observar que existe una modalidad que se ha impuesto a la que algunos especialistas llaman “aluvión informativo”: en escueto estilo telegráfico se busca lanzar al aire en el menor número posible de minutos, el mayor número de noticias.
Así el oyente es sometido a un bombardeo de micro noticias, fragmentadas, no ubicadas, no jerarquizadas, no explicadas ni relacionadas. Falta el antecedente, el ordenamiento, la ubicación de cada noticia en su contexto. El resultado de esto es un oyente que cree que escucha la radio para informarse, y que se cree informado; pero en realidad la exposición a ese bombardeo violento produce un sujeto desinformado.
Para no reproducir este estilo un servicio informativo debe comenzar por poner las noticias en orden o sea agrupándolas y presentándolas por secciones. Esto implica explicar cada noticia según su tiempo y su espacio en la historia dando cuenta de sus antecedentes, sus motivaciones, su significación y sus consecuencias. Además puede completar la información recurriendo a crónicas, entrevistas o comentarios adicionales que ayuden a orientar al oyente, para que comprenda la noticia y pueda formarse un juicio (propio) de los acontecimientos que se le transmiten.
No podemos dejar de resaltar el componente ideológico que aparece en toda selección de noticias. Porque no es lo mismo comenzar un informativo, por ejemplo, con noticias nacionales que con noticias locales. Tampoco es lo mismo que le dediquemos cinco minutos a una noticia policial y a otra de política nacional le dediquemos 3 minutos. En esta misma línea, también podemos encontrar marcas y diferencias ideológicas en un informativo que dentro de las noticias nacionales comienza presentando “el nuevo acuerdo con el fondo” y otro que encabeza las noticias nacionales con “el conflicto del estado con los empresarios”
En todos estos ejemplos podemos encontrar una marca, un interés ideológico que va a determinar la importancia con que se presente cada noticia, y por lo tanto, va a guiar la selección y el ordenamiento de los acontecimientos dentro del informativo.
Esta ideología va a estar en concordancia con las políticas radiofónicas que lleve adelante la emisora. Por ejemplo: es muy probable que Radio Nacional no trate de la misma manera a las informaciones que una radio comunitaria. Es claro que los intereses de ambas emisoras son diferentes, y esa diferencia se va a reflejar en la selección, el orden, y el tratamiento de las noticias.
Estas políticas radiofónicas no sólo podemos apreciarlas en el tratamiento de las noticias, también lo podemos observar en la selección musical de la emisora y de cada programa, en los locutores y sus estilos de locución, etc.
Por último, en esta selección y dosificación de contenidos que salen al aire interviene también las empresas o entidades que sostienen económicamente a la emisora o al programa, y que en algunos casos imponen también sus intereses.
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EDICIÓN: “LA COCINA DEL ESTUDIO”
En esta etapa de pre-producción también se incluye el trabajo de edición de la información recolectada.
Si por ejemplo trabajamos con entrevistas grabadas debemos seleccionar lo que creemos que es más importante para nuestros fines, y editarla recortando lo que no nos sirve.
En esta parte del trabajo es importante llevar a cabo la idea de que debemos producir un texto coherente con “recortes” de otros textos. Se trata de realizar una especie de collage sonoro que apunte a la construcción de un determinado sentido.
Debemos tener mucho cuidado en los recortes de sentidos que hacemos, porque si bien siempre van a ser en alguna medida arbitrarios, debemos siempre respetar lo más posible el sentido que le dio el emisor original, del que seleccionamos y recortamos segmentos de su mensaje.
También aquí se incluyen las tareas de realización de las piezas artísticas o, también denominada, cometería del programa: los separadores, la presentación del programa o de los distintos bloques. Es decir que debemos abocarnos a la elaboración de la identidad artística del programa. Esta no es una tarea menor, ya que es a través de la artística que se presenta la identidad del programa, que posibilita el reconocimiento por parte de la audiencia.
Es el lugar donde se debe jugar y experimentar todo lo posible con los recursos que nos brinda el lenguaje radiofónico para expresar a través de él una síntesis o una idea acerca de lo que creemos que es o debería ser la identidad, la imagen sonora del programa.
No es sencillo hacerlo, se requiere de creatividad y conocimiento profundo de los elementos del lenguaje radiofónico, y una clara idea de lo que queremos decir acerca de nosotros mismos.
Por supuesto que todos estos ingredientes se ponen en juego en un espacio muy especial de la preproducción que es el estudio de grabación. Allí, en esa especie de cocina o laboratorio sonoro, debemos conjugar nuestras ideas, lo que planificamos, con los recursos del lenguaje radiofónico.
En el estudio tenemos que contar con los elementos tecnológicos adecuados para la edición sonora: micrófonos, reproductores de audio, computadora y programas o software de sonido. Si no contamos con los conocimientos necesarios para el manejo de estas tecnologías, conviene dejar en manos de especialistas la tarea específica de edición. Hablamos de editores de audio, salas de grabación u operadores técnicos, que trabajaran bajo nuestra dirección.

2- ETAPA DE REALIZACIÓN.
“ESTAMOS EN EL AIRE”
En esta etapa se pone en juego todo lo preparado en la etapa anterior. Es aquí donde nos daremos cuenta si lo que elaboramos en la preproducción es adecuado a lo que planificamos.
Es el momento en que entramos al estudio radiofónico, y se enciende la luz roja y empieza a girar la rueda mágica de la radio. Es el momento de la puesta al aire.
Atención, concentración, claridad en lo que tenemos que hacer y decir, conocimiento de lo planificado, pertinencia de los roles, trabajo de equipo, repentización, capacidad de improvisación, son algunas de las cualidades que se deben poner en juego en la realización.
Aquí aparece y da sus frutos todo el trabajo anterior. Aquí se evidencian las diferencias entre los programas bien producidos o mal producidos. Pero también aquí aparecen las capacidades a la hora de modificar sobre la marcha lo planificado. Porque muchas veces, la mayoría me atrevería a decir, la planificación no se cumple a rajatabla. Como la radio es espontánea, simultánea, instantánea, se va modificando a medida que sucede, va cambiando mientras discurre. Esto hay que tenerlo en cuenta tanto a la hora de planificar, para prever cambios, para ser flexibles y evitar la rigidez, como en la realización, donde hay que saber maniobrar según lo que acontece en el instante propicio.
Por lo tanto, en la realización, tenemos que intentar cultivar y entrenar nuestra capacidad de improvisación, para que el discurso radiofónico no pierda su espontaneidad, su condición coloquial. Pero al mismo tiempo, hay que previamente tomar notas, escribir algunas frases, diseñar cuadros sinópticos, dibujar un árbol de ideas, sobre el cual asentar nuestro discurso.
A la hora de comunicar hay que evitar caer en un discurso vacío e intrascendente, ya sea, por obvio, o porque no se tiene nada que decir. El hábito de hablar sin decir nada, sin aportar algo nuevo o interesante, trae aparejado un fuerte descrédito para el lenguaje. De esta manera las palabras pierden vitalidad y el mensaje se esteriliza.
No renunciaremos a la espontaneidad y la frescura de lo improvisado. Pero tampoco renunciamos a la capacidad de planificar lo que diremos, a la claridad conceptual, al conocimiento de los contenidos, a la direccionalidad de los objetivos.
Por lo tanto, a un productor profesional se le exige:
- Conocimiento profundo del hecho a comunicar y de su relación con el contexto físico y cultural.
- Interpretación exacta de este hecho a través de un cuadro personal.
- Ordenación de los datos.
- Capacidad de memoria y de comunicación.
- Facilidad y claridad de exposición.

EMPECEMOS A PRODUCIR...
Muchas veces a la hora de producir para la radio, partimos de una fuente escrita, ya sea el diario, una revista o Internet. Es importante tener en cuenta que estamos hablando de dos lenguajes diferentes, lo escrito y lo oral. Por lo tanto, cuando usamos un texto gráfico debemos “traducirlo o transferirlo” al lenguaje radiofónico.
El discurso escrito, aunque después vaya a ser leído en voz alta, tiene sobre el habla espontánea la enorme ventaja de permitir la reflexión previa, simultánea y posterior al acto de organizar los sentidos.
En primer ligar debemos considerar cual es la idea principal que queremos transmitir, cual es el tema de nuestro discurso.
Luego debemos pensar cómo podemos transmitir esa idea, con qué palabras y mediante que construcciones, porque no es lo mismo decir “países en vías de desarrollo”, que “países pobres”; tampoco es lo mismo decir “dictadura” que “proceso”, o “piquetero” que “desocupado”. No es lo mismo porque hay en las palabras que elegimos distintos sentidos, que a su vez remiten a distintos significados para el oyente. Por esto es importante detenerse a pensar en el valor de las palabras con las que armamos la idea que queremos transmitir.
Lo coloquial, la oralidad, la lengua hablada es la base del lenguaje radiofónico. El uso de esa oralidad debe enmarcarse en el contexto propio de las tecnologías radiofónicas.
Sin dudas, la redacción radiofónica es parte del trabajo de producción cotidiano en las radios profesionales. La tarea de escribir para la radio requiere de conocimientos y habilidades en el manejo del lenguaje radiofónico. Hablamos de técnicas, modalidades y estilos que son el resultado de una acumulación de saberes propios de la práctica radial, las rutinas periodísticas profesionales y préstamos de otros medios y discursos.

ROLES Y COMPETENCIAS EN UN EQUIPO DE PRODUCCIÓN
Ya hemos investigado, hemos realizado la selección y la organización de lo que queremos comunicar, hemos escrito los guiones o las pautas, ahora debemos poner todo este proceso “al aire”, realizarlo, convertir el texto en voces y sonidos, los signos escritos en “señales auditivas”.
Todo el esfuerzo realizado hasta aquí puede echarse a perder si no encuentra una buena realización; o sea, si es realizado en forma rutinaria, inexpresiva, desprolija o negligente. La puesta el aire necesita tanta dedicación y cuidado como todos los pasos anteriores.
Para esto nos va a ayudar por un lado, un buen conocimiento del lugar en el que vamos a trabajar: el estudio de radio, y por otro el equipo humano con el que trabajamos, o sea, el personal requerido para realizar un programa y las distintas funciones que deben ser llenadas.
Hay una serie de tareas que debemos cumplir:
1. El guión (a cargo del escritor o guionista)
2. Copiado del guión: tipiado, revisión y corrección de la copia, impresión de las copias.
3. La dirección o coordinación general (a cargo del director o productor general)
4. La musicalización: selección de cortinas y fondos musicales (tarea del musicalizador)
5. La locución o actuación, a cargo del locutor (es) y actor (es)
6. La grabación de los sonidos (efectos sonoros, voces, música) y el mezclado, la edición sonora, a cargo del técnico operador.
7. El cronometrado o medición del tiempo, a cargo del asistente de producción.
Algunas de esas funciones enumeradas pueden concentrarse en una misma persona. Así, por ejemplo, las funciones de guionado y dirección pueden estar a cargo del guionista, si tiene tiempo, nadie mejor que el guionista para llevar adelante la directriz de la salida al aire de su guión.
La musicalización, el manejo de los efectos sonoros y la dirección, también pueden ser llevadas a cabo por el operador o el musicalizador.
La dirección, la toma de sonidos y efectos, y la medición del tiempo pueden estar a cargo del directo u operador, siempre y cuando el tipo de programa no requiera de una medición de los tiempos muy estricta. En tal caso, deberá haber una persona a cargo de la medición.
Sin embargo hay algunas funciones que no son convenientes fusionarlas en una misma persona. Por ejemplo que una persona se ocupe a la vez de la locución y la dirección.
A estas funciones, hay que agregarle la del productor general, que es el encargado de la coordinación general de la salida al aire, pero también es esa persona que está en los “pequeños detalles” como asegurarse de que haya agua en el estudio para los locutores, probar los micrófonos antes de la salida al aire, chequear que los cassettes estén en puerta, que los CD no estén rallados, etc.
A partir de este repaso general por las funciones básicas que se ven involucradas en todo proceso de producción y salida al aire, podemos reparar en la importancia de la configuración de un grupo, que pueda asegurar el cumplimiento de algunas funciones básicas, como las de director o productor general, las de locutor, y la de operación.
La forma en que este grupo humano funcione, va a incidir en la salida al aire. Debemos tratar de lograr una salida al aire ordenada, prolija, “limpia” de interferencias que complique la comprensión de lo que estamos comunicando por parte del público. Para lograrlo, necesitamos que el grupo funcione a partir de cierta comprensión interna, básica para que el oyente reciba un buen producto.

PAUTAS PARA IMPROVISAR:
- Claridad de objetivos. Conocer con precisión qué se quiere decir.
- Asegurar la primera y la última frase. Atraer al comienzo y al cierre. Se puede echar mano al recurso de anotar una frase de apertura y otra de cierre, para poder improvisar con libertad en el medio de dichas frases, sabiendo de antemano cómo vamos a terminar.
- Apoyarse en una ayuda-memoria. Escribir los conceptos y los datos que son más importantes, y que por lo tanto creemos que no pueden dejar de decirse.
- Direccionar el trato al oyente. A quién le hablamos y cómo, remarcando cada tanto la apelación a los oyentes.
- Prever las repeticiones, para utilizar sinónimos.
- Tener referenciación física y direccionalidad visual, para concentrarse.
- Atraer al comienzo y al cierre.-

3- POS-PRODUCCION
“¿QUE TAL SALIO?”
En esta última etapa se procede a la auto-evaluación de las dos etapas anteriores, o sea de la preproducción (determinación de objetivos y roles del equipo, recolección y selección de información) y de la producción (salida al aire). Es muy importante evaluar críticamente la tarea de todos los que formaron parte de la producción y de la puesta al aire porque este mecanismo nos va a permitir ir perfeccionando el desempeño de cada uno y por lo tanto, ir mejorando la salida al aire del programa.
Un buen recurso para realizar esta etapa es grabar la salida al aire del programa y realizar una escucha atenta del mismo para después poder evaluar lo escuchado.
Escucharse a uno mismo no es una tarea grata, es común sentir cierta incomodidad al hacerlo, pero sin dudas es la mejor manera para ir puliendo los distintos errores que podemos ir encontrando.

EVALUAMOS.
Existen diferentes maneras de evaluar un programa de radio. Siempre es importante hacerlo teniendo en cuenta las dimensiones comunicativas, culturales, y políticas del programa.
Un modelo de evaluación que te proponemos es el ICRA. El nombre es una sigla, que define diferentes aspectos a tener en cuenta:
ICRA:
INTELIGIBILIDAD: ¿Es entendible? ¿Para quiénes? Prestar atención al lenguaje, a la locución y a los formatos utilizados. ¿Qué supuestos están presentes en el discurso, y qué niveles de competencia se requieren para una adecuada interpretación de lo que se dice?
COHERENCIA: ¿Cómo se articula el programa con el proyecto de la emisora por la que sale al aire? El programa ¿tiene una identidad y una coherencia propia? ¿Cómo se integran y se desarrollan los contenidos durante la emisión? ¿Se cumplen los objetivos propuestos en la primera etapa (preproducción)?
RELEVANCIA: ¿Es interesante el programa? ¿Qué nivel de importancia tiene?
¿Que aporta el programa al proyecto de la emisora en la que se encuentra? ¿Qué aportes realiza a la sociedad en general?
ATRACCIÓN: ¿Qué riqueza estética ofrece el programa? ¿Cómo trabaja los elementos expresivos del lenguaje radiofónico? ¿Qué criterios utiliza para seleccionar los contenidos? ¿Cómo atrapa, cómo seduce y cómo capta la atención del oyente?
Con respecto a esto, tenemos que aplicar estos criterios a determinados elementos, que son los que tenemos que evaluar:
Contenidos: Los temas que tratan, la selección y dosificación de elementos.
Música: Observar que función cumple este elemento del lenguaje radiofónico. O sea, si es utilizada para completar el sentido de lo que dice el locutor, si simplemente se utiliza para distender al oyente, o cómo relleno.
Formatos: Tener en cuenta cómo se trabajan y se desarrollan los formatos.
Locución: Observar si el estilo del locutor concuerda con el estilo del programa, si su LOCUCIÓN es clara y comprensible. Prestar especial atención a la realización de la lectura.




BIBLIOGRAFÍA
AMMAN, B.: Géneros discursivos y géneros periodísticos. (Recesión). Apunte de Cátedra del Taller II, Área de Lenguaje, Escuela de Ciencias de la Información, U.N.C. Córdoba, Argentina, 2004.
HAYE, Ricardo M.: Hacia una nueva radio. Paidos, Buenos Aires, 1995.
KAPLUN, Mario: Producción de programas de radio. Ediciones CIESPAL, 1978.
MATA, Ma. C. y SCARAFFIA, S.: Lo que dicen las radios. Una propuesta para analizar el discurso radiofónico. ALER; Quito, Ecuador, 1993.
TORRESI, Ana: Los géneros radiofónicos. Antología. Colihue, Buenos Aires, Argentina, 1995.