¿Qué es la artística de una radio?
La dimensión artística es la traducción comunicacional del proyecto político. Es decir, las estrategias de producción que se toman para convertir un objetivo en una pieza sonora que pueda interpelar al oyente comunicando un mensaje. En ese texto sonoro está expresada la perspectiva editorial, los rasgos singulares de la identidad de esa radio y la forma en que se decide poner en juego ese contenido apelando a los recursos de experimentación sonora.
¿En qué momentos de una programación hay elementos artísticos?
La artística es un modo de convertir objetivos, intenciones, principios y fundamentos en hechos comunicacionales.
Por eso todo lo que aparece presente en una programación debería responder a una estrategia. Desde el horario en que salen los distintos programas hasta sus nombres, el perfil de los conductores, las ideas plasmadas en sus separadores y las cortinas musicales elegidas como soporte de la enunciación.
De todos modos, si tuviésemos que armar una tipología de elementos artísticos podríamos enumerar acá los principales: las piezas institucionales, las aperturas, separadores, cierres de programas, las publicidades y campañas, los criterios musicales, las cortinas, los efectos especiales, la “selección” de las voces de los conductores (bajo la premisa de pensar qué tipo de voz, no por su “calidad técnica” sino por su expresividad, léxico, tono, carisma, claridad, etc., traduce mejor la idea a comunicar).
Y por otro lado la elección de un formato para producir un contenido es una decisión artística que pone en juego definiciones periodísticas sujetas a la política informativa del medio, al destinatario estratégico, al horario y tipo de programa, y a la competencia que el interlocutor de ese mensaje tiene al decodificarlo.
¿Para qué sirve la artística de una radio?
Principalmente para dar cuenta de las definiciones estratégicas de ese proyecto.
La artística es una dimensión porque atraviesa transversalmente cada una de las decisiones del aire. Desde qué voces son elegidas para decir los mensajes hasta los criterios musicales y el ritmo de cada segmento horario.
La artística tiene una doble función indisociable. Por un lado a través de sus formatos constituye el espacio donde la radio se dice a sí misma. Y en ese decirse evidencia una mirada del mundo, algunas alianzas y un modo de apropiarse del lenguaje radiofónico.
Por eso la información puntual de una pieza institucional, cuña, spot, sigla son los datos identitarios por excelencia: el nombre, el dial, un eslogan y el guiño enunciativo puesto en juego en la intención de la voz del texto.
Donde el nombre, dial y eslogan funcionan como coordenadas de ubicación de esa radio.
Por otro lado esos elementos identificatorios funcionan a la vez como disciplinantes del aire. Como elementos de costura de la programación. Piezas organizadoras.
Las tandas mucho antes de ser espacios publicitarios cumplen la tarea del reloj. Marcan el paso del tiempo. Dividen, segmentan.
Las aperturas, separadores y cierres de programas además de ser portadores de sentido son recursos de orden, de articulación del aire. De división de bloques, secciones y contenidos.
En las piezas artísticas se manifiestan los principios de ese medio. Por eso la artística es el espacio de síntesis donde se encuentran lo dicho y el modo de decirlo.
De la discusión forma/contenido, la artística evidencia que esas características analíticas son indisociables en la práctica. La forma dice, el contenido formatea.
Vamos a un ejemplo donde se pone en juego la dimensión artística de una radio. Pensemos que queremos trabajar el contenido “Abuso sexual infantil”. Y que nuestra intención es identificar un destinatario de 8 a 12 años de edad.
Una pregunta inicial para abordar la producción será: ¿qué formas existen radiofónicamente para tratar este tema que puedan ser más apropiadas para dialogar con chicos y chicas de esa edad? ¿Será mejor convertir ese contenido en un radioteatro o conviene hacer un informe periodístico? ¿Recurriremos a formas del género dramático o a tácticas periodísticas clásicas?
Probablemente acordemos que la eficacia de la comunicación esté además de en la claridad del mensaje en la forma asumida para trasladarlo.
Entonces acaso trabajemos, en nuestro ejemplo, con recursos disponibles en el campo de los dramatizados antes que técnicas periodísticas un poco más alejadas de la cotidianidad supuesta de esos niños y niñas.
¿Por dónde se empieza a producir una pieza artística?
Por una idea a comunicar.
A partir de un objetivo, se escriben o buscan textos que mejor expresen la intención esperada. Con ese borrador textual se buscan universos sonoros capaces de “traducir” la intención de ese texto, no necesariamente el texto en términos literales, recurriendo a la capacidad expresiva y experimental del trabajo conjunto del productor y editor de la pieza. En los términos del conocimiento del marco institucional y el perfil de la emisora. Por eso siempre las estrategias de producción deben estar en relación a esas definiciones.
Probablemente seas vos solo/a el/la que redacta, produce, edita y pauta el spot o saca al aire el formato sonoro. De todos modos lo más conveniente es trabajar en equipo porque la creatividad se potencia en el intercambio, el juego y las dinámicas grupales.
¿Cómo se hace una pieza original y creativa?
La creatividad y la originalidad son contextuales. No significan lo mismo en todos lados.
Cuando se produce se lo hace siempre en instancias ya decodificadas, es decir, sin poder desmarcarse de lo ya producido por otros antes. Entonces más que preocuparnos por la originalidad hay que concentrarse en la claridad del sentido del texto disparado.
En esa claridad va la eficacia.
La creatividad conduce a la originalidad. Pero lo original no necesariamente es un valor.
A veces una pieza original es incomprendida o poco útil. De ahí que debamos tener bien en claro que es lo que queremos que suceda con lo que hacemos.
Es cierto que algo original se recuerda mejor que algo ya escuchado con recurrencia. Pero que se recuerde la pieza no quiere decir que se recuerde el mensaje, o la marca, o lo que sea que pretendamos comunicar.
De ahí que debamos intentar un equilibrio entre creatividad y claridad.
Ya que a nuestras exigencias de producción le corresponden prácticas de recepción que no podemos desconocer y donde, por suerte, el destinatario establece con nuestro mensaje sus propias estrategias de negociación y aceptación.
Lo importante es encontrar un modo claro, sencillo y creativo que a la vez de comunicar un mensaje pueda convocar a la imaginación de aquel interpelado para permitirnos dialogar.
¿Qué tiene que tener una pieza para ser “buena”?
Ante todo una idea clara.
Luego una resolución creativa entendiendo a la creatividad como la capacidad de la producción de sintetizar relevancia y atracción. Sorpresa y contundencia. Imprevisto pero claridad. Pertinencia.
Es importante que en esa síntesis la pieza promueva a la acción.
La acción será la consecuencia del mensaje en el que lo recibe.
Por último, que provoque el deseo de volver a oír.
¿Cuánto tiene que durar un spot de radio?
Lo que sea necesario para sintetizar una idea.
El problema de la duración es un problema del mercado, porque los segundos se pagan.
Cambiemos la palabra “duración” por la palabra “intensidad”.
Pensemos entonces que una pieza no pierda su intensidad. Si empieza a perderla, pierde contundencia.
La noción del tiempo está ligada a la concentración. A la capacidad de alguien de prestarle atención a algo. Por eso, más allá de los parámetros convencionales (que dicen que un promedio tipo es entre los 20 y 35 segundos), el tiempo es lo que necesita la pieza para decirse sin correr peligros de matarse a sí misma por dispersa o inconducente.
Si nos gustan las fórmulas hay una bastante sencilla. La ley de las 4 C. Dice que las piezas deben ser “cortas, concretas, completas y creativas”.
¿Cómo se hace para sintetizar una idea en 20 segundos?
Logrando abstraer. Sintetizar es tal vez lo más difícil de la producción. Poder, en poco tiempo y con los menores recursos posibles, decir un mensaje de modo a la vez claro y creativo. Es decir, que llame la atención pero que además le sea útil al que lo escuche.
La mejor manera es pensar de qué modo el texto y los recursos sonoros se complementan.
Pensemos dos universos, uno conceptual y otro sonoro.
Llenémoslos de recursos disponibles. En el primero las palabras, frases, asociaciones textuales, que mejor creamos que dicen lo que queremos comunicar.
En el segundo nuestros sonidos - fuerza. La lista de recursos sonoros, sean estos efectos artificiales o canciones o sonidos naturales, que a su modo y convocados construyen el escenario que facilitará que el texto pueda decirse.
La mezcla de ambos es enhebrar un hilo en una aguja.
¿Cuándo está terminada la producción de una pieza?
Cuando se considera que las ideas de la producción destinadas a la pieza empiezan a repetirse.
La recomendación es: al rato largo de trabajar en la misma pieza, parar, hacer otra cosa, alejarse de esa producción y luego volver a oírla. Ese distanciamiento es clave para el que la hace. Para entenderla integralmente.
La esencia de la terminación está en hacerla oír a otros antes de ponerla al aire.
Identificar sus debilidades. Potenciar sus fortalezas. Intervenirla como una cirugía.
Considerar que la producción creativa es un proceso. Que como tal no puede sino leérselo en continuidad.
Lo que hacemos a través de la dimensión artística es dotar de identidad. Una identidad que responde a una estrategia integral que de todos modos aparece a través de fragmentos en distintos momentos del día. Y que seguramente el oyente la escucha de modo discontinuo.
Se trata de constituir el perfil del proyecto a partir de una estrategia que contiene decisiones de producción capaces de convertir objetivos y principios en fragmentos de aire. Con las leyes del audio.
Si la pieza, una vez al aire, convoca a reflexionar, molestarse, moverse, cuestionar, reír, bailar, enojarse o pensar, a partir de eso escuchado, otra cosa, entonces la pieza empieza a ser lo buscado en el que la encontró. •
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